Plantas aromáticas que aportan sabor, aroma y, a menudo, color a los platos. Se utilizan tanto frescas como secas y son indispensables en las cocinas de todo el mundo.
Las hierbas frescas se utilizan directamente de la planta y tienen un sabor fresco y delicado. Las hierbas secas son más concentradas y se conservan durante más tiempo, lo que resulta en un sabor más intenso. Las hierbas frescas suelen añadirse al final de la cocción, mientras que las secas se utilizan al principio.
Las hierbas frescas pierden rápidamente su aroma y nutrientes al exponerse al calor, la luz o el aire. Las hierbas secas conservan mejor su sabor si se secan lentamente y se almacenan herméticamente en un lugar fresco y oscuro. Un almacenamiento óptimo garantiza la máxima intensidad del sabor y la eficacia de los compuestos bioactivos.
Las combinaciones de hierbas eficaces consideran el perfil de sabor, la intensidad y la compatibilidad química. Por ejemplo, las hierbas delicadas como el cebollino o el eneldo suelen añadirse al final de la cocción, mientras que las hierbas robustas como el romero o el tomillo resisten el calentamiento prolongado y son ideales para marinadas, cocciones lentas e infusiones.